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Tabla de contenidos
Guía para elegir el préstamo adecuado
Si quieres saber todo lo relativo para que puedas contratar un préstamo con las mejores condiciones, en esta guía encontrarás todo lo que necesitas saber.
Los préstamos son los productos financieros básicos para financiar cualquier tipo de compra o de inversión, ya sea por parte de un particular o de una empresa.
Representan las operaciones más utilizadas en las entidades de crédito. De esta forma, el cliente del banco puede solicitar una cantidad de dinero a una entidad bancaria y deberá devolver este importe en un plazo de tiempo determinado, junto a unos intereses concretos y mediante un plan de amortización.
La cuestión es que este tipo de operaciones supone un coste para el solicitante, en forma de intereses y otros conceptos.
Para poder contratar el mejor producto, aquel se adecúe a tus necesidades financieras y suponga la opción más barata, será necesario conocer una serie de conceptos.
Sólo así se estará en disposición de comparar, preguntar, negociar y contratar con todas las garantías.
¿Qué es un préstamo?
Un préstamo es un contrato por el cual una persona (física o jurídica) presta a la otra parte una determinada cantidad de dinero, a cambio de la devolución del mismo, más los intereses pactados, en el tiempo y forma que se determine.
Un préstamo es una operación de cesión de capital con un pacto de devolución previamente acordado. Se diferencia de los créditos en cuanto no implica capacidad de reutilización del capital devuelto.
Normalmente, cuando se trata de préstamos llevados a cabo por entidades financieras (como acreedores del capital) los préstamos bancarios se amortizan mediante el pago de cuotas periódicas.
Las cuotas, generalmente, se componen de una parte de capital y otra relativa al pago de los intereses.
El deudor responde con todo su patrimonio (presente y futuro) como garantía para la devolución del préstamo, sin perjuicio de que pueda existir alguna otra garantía adicional.
¿Cómo funcionan los préstamos?
El préstamo aparece como opción cuando un consumidor determinado necesita adquirir un bien y no dispone del dinero necesario para ello.
En ese momento, se suele acudir a una entidad financiera para acordar una cesión del dinero necesario, bajo la condición de devolverlo en un tiempo máximo determinado, en unos plazos concretos y con unos intereses predeterminados.
Los préstamos se colocan como uno de los productos financieros más óptimos para esta función, pues disponen de un tipo de interés inferior al de otros productos (como es el caso de las tarjetas de crédito, los créditos rápidos o microcréditos).
Sin embargo, también es necesario cumplir con unas exigencias más elevadas para la concesión del préstamo y, de esta manera, optar a ese dinero.
En los últimos años, y debido al endurecimiento de las exigencias de las entidades financieras, ahora es más complicado acceder a la financiación mediante un préstamo en comparación a la década anterior.
No obstante, es posible hacerlo si el solicitante cuenta con una buena salud crediticia y unos ingresos habituales demostrables.
¿Qué tipos de préstamos existen?
Aunque la funcionalidad es la explicada anteriormente, existen ocasiones en las que algunas características del préstamo varían en función de las necesidades del solicitante.
De esta manera, se pueden diferenciar distintos tipos de préstamos en base a variaciones en la cantidad de dinero solicitada y la urgencia de concesión.
Préstamos personales
Los préstamos personales son los más habituales y comunes que se pueden encontrar ahora mismo. Se trata de un préstamo con la garantía personal del deudor (lo dicho anteriormente en relación a todo su patrimonio).
Esta disminución de las garantías determina las características propias de esta operación financiera. Suelen realizarse a corto y medio plazo, con importes inferiores a otro tipo de préstamos en los que existe una garantía real (como los préstamos hipotecarios).
Aunque el capital prestado debe estar en armonía con la finalidad del préstamo y la capacidad de devolución del deudor, en términos generales, es posible pedir una cantidad de dinero de entre 3.000 € y 70.000 €.
La devolución del préstamo suele llevarse a cabo en un periodo de tiempo que puede llegar hasta los 10 años (no es habitual encontrar operaciones de este tipo a más de 7 u 8 años). Son los préstamos que más se suelen promocionar desde las entidades financieras.
Pueden llegar a financiar tanto compras en el ámbito familiar como inversiones en el empresarial. La TAE es variable, dependiendo de la entidad que preste el dinero.
Te puede interesar: qué es el TAE
Actualmente, algunos de las mejores ofertas de préstamos suelen tener una TAE en torno al 7% u 8%.
Préstamos rápidos
Con una tramitación y concesión más rápida que los anteriores y con un tipo de interés más elevado, los préstamos rápidos pueden establecerse entre los 600 € y los 10.000 €.
Estos préstamos suelen tener como plazo máximo de devolución aproximado los cinco años. El TIN y la TAE para este tipo de préstamos es superior a la de los préstamos personales, pero suelen ser menores ambos en relación a lo que se puede encontrar en los microcréditos.
Las características principales es la urgencia en la solicitud y la rapidez con la que se lleva a cabo la operación.
Préstamos preconcedidos
Este tipo de préstamos difiere bastante con respecto a los demás, pues suponen una financiación que los bancos ofrecen a clientes y empresas con solvencia demostrada.
Se trata de préstamos que la propia entidad financiera ofrece a sus clientes antes de su solicitud. La cantidad disponible para obtener la financiación es variable, en base a los ingresos que se reciben.
De esta manera, se pueden obtener hasta 30.000 € de forma relativamente rápida, dada la vinculación existente con el banco y la información del solicitante que ya dispone.
Mini créditos rápidos o microcréditos
Son los préstamos más peligrosos que existen, pero también permiten conseguir financiación de forma muy rápida y sin demasiadas exigencias (algunos incluso se conceden a usuarios que están inscritos en un registro de morosidad).
La cantidad de dinero solicitada no suele superar los 300 € (en algunos casos se puede llegar hasta 1.000 €) y la devolución suele ser en un máximo de 30 días, con un interés diario alrededor del 1,1%.
Este tipo de préstamos tienen una TAE muy elevada y los costes del impago pueden estar desproporcionados.
¿Qué tipo de interés se aplica a los préstamos?
De la misma forma que ocurre con las hipotecas, los préstamos también pueden disponer de diferentes tipos de interés dependiendo del tipo de contrato y la política que la propia entidad financiera haya querido establecer para su propio producto.
De esta manera, es posible encontrar hasta tres tipos de préstamos, en función del interés aplicado. Es necesario su conocimiento con fines de poder hacer la mejor elección posible.
Interés fijo
Es el tipo de interés más común que se puede encontrar entre la gran mayoría de préstamos disponibles en el mercado financiero actual, dados los importes y plazos a los que se conceden.
Los préstamos a tipo fijo mantienen constante el tipo de interés devengado en la operación durante toda la vida de ésta. Aunque suele ser un interés más alto que el aplicado en los préstamos a tipo variable, no se ve alterado.
De esta manera, el contratante sabe desde el primer día qué intereses va a pagar durante todo el tiempo que pase hasta que acabe cancelando la deuda contraída.
Interés variable
Mucho menos frecuente en este tipo de productos financieros, el tipo de interés variable depende de un índice de referencia establecido (como el Euríbor, por ejemplo).
Sobre dicho índice se aplica un diferencial (fijo durante toda la vida del préstamo) y de esta manera se establece el coste financiero de la operación.
La característica fundamental es que el índice de referencia suele fluctuar y, por ello, los intereses a pagar pueden alterarse. De esta manera, pueden variar las cuotas a pagar o el plazo de amortización (normalmente lo que se alteran son las cuotas periódicas).
El tipo de interés irá variando con cada revisión hecha por el banco, por lo que no se puede saber el coste total desde el primer momento en el que se adquiere el préstamo.
Suelen tener mejores condiciones que los préstamos a tipo fijo, aunque son poco frecuentes en operaciones de préstamo personal (suelen utilizarse para importes y plazos más dilatados, como los préstamos hipotecarios).
Interés mixto
Los préstamos con un interés mixto combinan las dos formas vistas anteriormente.
En este tipo de préstamos se establece un interés fijo durante un período determinado de tiempo (normalmente al inicio del préstamo).
En el momento en que este período llegue a su fin, se aplicará un interés variable.
¿Qué diferencia hay entre el TIN y la TAE?
Cuando hablamos de un producto financiero, sea cual sea, es importante saber diferenciar el tipo de interés nominal (TIN) y la tasa anual equivalente (TAE).
Entendiendo ambos costes, cualquier solicitante puede saber a qué coste de devolución del dinero prestado se está enfrentando, pudiendo prever el coste total de la deuda contraída con la entidad financiera.
Además, tendrá la capacidad de comparar y contrastar diferentes opciones e incluso acometer una negociación más eficiente con la entidad financiera.
TIN (Tasa de Interés Nominal)
El tipo de interés nominal se entiende como el rendimiento o coste del producto de crédito anual, en base a la cantidad solicitada.
Se trata de un porcentaje fijo que se aplica sobre el principal, pactado en el contrato de préstamo. El TIN no tiene por qué ser anual (aunque normalmente se expresa en términos anuales).
Si un usuario se fija en el TIN sabrá el coste financiero del préstamo, en concepto de intereses por el dinero prestado.
Sin embargo, no arroja información sobre el coste de la operación en su conjunto.
TAE (Tasa Anual Equivalente)
La tasa anual equivalente permite informar al usuario del coste total de la operación de contratar un préstamo.
Es recomendable siempre atender a este porcentaje para valorar el coste real del producto. La función de la TAE es convertir en una tasa anual los costes efectivos de cualquier producto financiero.
En otras palabras, pasar todos los costes a una misma magnitud. Se calcula mediante una fórmula matemática estandarizada, la cual tiene en consideración el tipo de interés nominal (TIN) la frecuencia con la que se realizan los pagos (normalmente mensual) las comisiones y los costes de la operación.
La TAE no incluye algunos conceptos, como, por ejemplo, los costes de impago, notaría, etc. Está calculada sobre una base anual, por este motivo, representa un buen elemento para comparar las diferentes ofertas de productos financieros.
Las entidades financieras tienen la obligación de informar acerca de la TAE de cualquier producto que pretendan comercializar.
¿Cuáles son las comisiones más frecuentes en un préstamo?
El interés que surge del préstamo no es el único coste al que se debe enfrentar el solicitante. Pueden existir comisiones de diferente tipo y pueden afectar al coste total de obtener financiación.
Por ello, es necesario tenerlos en cuenta de cara a comparar, decidir, negociar y acertar con el préstamo más adecuado. Las entidades financieras aplican estos costes en concepto de algún servicio efectivo que han realizado para el cliente.
Todas las comisiones son perfectamente negociables. Las comisiones que nos podemos encontrar a la hora de formalizar una operación de préstamo son las siguientes.
Comisión de estudio
Algunos préstamos disponen de esta comisión, que se cuantifica en base a un porcentaje sobre la cantidad de dinero total solicitada.
Esta comisión se cobra al inicio del préstamo. Suele responder a los trámites que lleva a cabo la entidad para decidir si se concede o no el préstamo.
La comisión por realizar este estudio no suele superar el 3%.
Comisión de apertura
Otro de los costes de formalización con los que es posible encontrarse es la comisión de apertura, la cual deriva de la acción de iniciar la contratación del producto.
Esta comisión se abona en el momento de formalizar la operación. Algunas entidades la suman a la primera cuota del préstamo.
Al igual que la comisión de estudio, lo más natural es encontrarla expresada en forma de porcentaje sobre la cantidad a solicitar (entre el 0,5% y el 3%, como norma general).
Comisión por amortización anticipada
La comisión por amortización anticipada suele estar presente en todos los contratos relacionados con préstamos e hipotecas.
Hace referencia al coste que puede suponer cancelar el total o parte de la deuda contraída antes del tiempo estipulado.
Se trata de una compensación por los perjuicios generados al reducirse el pago de intereses, como consecuencia de pagar el préstamo antes de tiempo.
Las entidades financieras establecen sus propias cláusulas en el contrato, sin embargo, esta comisión está limitada por ley: en ningún caso puede ser superior al 1% del capital reembolsado cuando el plazo en el que produce la cancelación anticipada es superior a un año.
En caso de que el plazo sea inferior a un año, la comisión no podrá superar el 0,5%.
¿En qué se fija un banco a la hora de aceptar la solicitud de un préstamo?
Como se ha comentado anteriormente, los préstamos son un producto financiero que requiere del cumplimiento de varias exigencias para poder ser concedido al solicitante.
En muchas ocasiones, es la propia entidad financiera la que verifica estas exigencias a través de diversos análisis realizados, con el objetivo de validar la salud financiera del futuro deudor.
Algunos de los aspectos que se tienen en cuenta son los siguientes.
Demostrar un buen nivel de ingresos habituales
Una de las cosas más importantes para poder optar a un préstamo bancario es poder demostrar a la entidad que se dispone de capacidad de devolución.
Un buen nivel de ingresos habituales (salario, pensión, facturación por actividades económicas, etc.) es el mejor modo de representar esta cualidad para saldar la deuda contraída.
Cuanto mayor sean los ingresos demostrables, mayor podrá ser el importe a solicitar.
Disponer de un buen historial crediticio
El banco estudiará cuántos préstamos tiene abiertos el solicitante en ese momento, valorando de esta manera el impacto de conceder el producto que demanda.
Como norma general, no se conceden préstamos cuando el montante a pagar en las cuotas supera el 35% de los ingresos regulares.
Esto se aplica a la situación crediticia global: si el banco advierte que al conceder un nuevo préstamo se compromete la estabilidad financiera del cliente – y por consiguiente su capacidad de devolución – denegará la solicitud.
Por este motivo es importante no contar con préstamos o deudas anteriores abiertos. Además, valorará que la devolución del dinero en cada uno de ellos ha sido correcta, pudiendo así calcular el riesgo que supone para la entidad ofrecer la contratación.
Para comprobar la situación crediticia de, el banco atiende al informe de la Central de Riesgos del Banco de España (CIRBE).
No contar con impagos en el historial
Para las entidades bancarias es muy importante que el solicitante no haya incurrido en impagos en los últimos años, algo que puede verse representado en la aparición del mismo en ficheros de morosos como ASNEF o RAI.
Si el nombre del mismo aparece en uno de estos listados, es poco probable que se conceda el préstamo.
Ser residente en España
Generalmente, para adquirir un préstamo bancario es necesario disponer de DNI o NIE, así como también demostrar la residencia habitual en España.
En este sentido, el solicitante debe tener plena capacidad de contratación. Este requisito se presupone siendo mayor de edad y no estando inhabilitado para ello por sentencia judicial.
¿Qué documentos hay que tener a mano a la hora de solicitar un préstamo?
Como hemos señalado anteriormente, los préstamos requieren de más exigencias para ser concedidos que otro tipo de productos financieros.
Este hecho conlleva una mayor cantidad de documentación que entregar a la entidad, con el objetivo de que pueda comprobar nuestro estado personal y financiero.
El banco realiza investigaciones por cuenta propia, al margen de la documentación entregada por el solicitante.
Si se es capaz de entregar la documentación en un “dossier bancario” en el momento de la solicitud, se mostrará una imagen de franqueza, seriedad y capacidad de negociación.
Además, esto también acorta los plazos para formalizar la operación.
Los documentos que la entidad financiera solicita para estudio son los siguientes:
- DNI del solicitante (o solicitantes, cuando la titularidad del préstamo es conjunta).
- Últimas nóminas cobradas y/o recibos de las pensiones.
- Contrato de trabajo (para verificar la situación de estabilidad laboral).
- Extracto bancario.
- Factura proforma o justificante del destino que se le va a dar al dinero prestado.
- Declaración de la renta.
Estos son algunos de los documentos que pueden pedirse a la hora de realizar el proceso de contratación de un préstamo, pero también cabe la posibilidad de que se pida la escritura de la vivienda (en caso de disponer de ella) o un documento que acredite el patrimonio del que se dispone.
En el caso de los trabajadores por cuenta ajena, pueden demostrar su capacidad de ingresos mediante la declaración de la renta, aunque no está de más presentar en el dossier un documento relativo a la actividad que realizan e información acerca de sus clientes, proveedores y facturación.
¿Cómo negociar préstamos?
Con todo lo expuesto en estos párrafos, se tienen las competencias necesarias para comenzar a realizar una operación de préstamo con eficacia.
No olvides los siguientes puntos:
- Todo comienza con la consulta y comparación de varias ofertas, gracias a la TAE puedes llevarla a cabo junto con nuestro comparador. También puedes informar a otras entidades de las ofertas que has visto y crear competencia entre ellas.
- Prepara y presenta toda la documentación necesaria. Esto te permitirá tener un conocimiento de tus puntos fuertes y débiles a la hora de solicitar financiación.
- Intenta siempre reducir las comisiones, antes de fijarse en el tipo de interés aplicado (en esto ya hemos trabajado al seleccionar la oferta).
- Solicita una oferta vinculante con las condiciones pactadas.
- A no ser que se trate de un préstamo rápido o un microcrédito, la operación puede llevar un tiempo. Ten paciencia y haz un seguimiento de su estado.
- Lee el contrato con calma antes de su firma, ante cualquier duda siempre puedes recurrir a un notario.
- Únicamente estás a falta de firmar el contrato y esperar a que el prestamista ponga el dinero a tu disposición.